El Púgil de la Alusión
Desde las ruinas nacerá el hombre nuevo y tal vez será como Roque, Art. Las 131 páginas de esta ópera prima de Michael Wilson, titulada "El Púgil", me parecieron un ejercicio depurado de la técnica literaria de la alusión con un fondo fantástico plagado de imágenes fragmentadas de cine, música e historia de fin de siglo.
Cuesta hacer sentido si uno no escarba o apela a los recuerdos almacenados en nuestro disco duro.
Más aún si uno hace rato cortó el cable que lo vinculaba afectiva o funcionalmente a ese mundo particular de las películas o series de TV sobre ciencia-ficción, los cómics o el rock con mensaje.
Sí, definitivamente es un viaje por páginas de celuloide, con banda sonora incluída. Para algunos la historia queda allí, en lo lineal, en la cuenta final de un púgil en decadencia. Para otros, como es mi caso, el cuento se instala a poco andar en algún vericueto de la Dimensión Desconocida y llega a un desenlace doble, triple o ad infinitum, como la imagen de un televisor proyectada en su propia pantalla. Estas alusiones recurrentes a Blade Runner, a La Guerra de los Mundos, a Inteligencia Artificial, a Alicia en el País de las Maravillas, a La Guerra de las Malvinas, a 2001 Odisea del Espacio, a los juegos de Rol, al Animé, a Roswell, a Matrix, a Orson Welles, a Tron, a Joy Division, a Mi Buenos Aires Querido y a Space Oddity, entre otras; son el ingrediente ideal para recrear nuestro imaginario pseudo colectivo e insertarnos en una nueva lectura de lo que hace rato se viene instalando en la psiquis de los robots posmodernos. Tal como debe haber ocurrido con muchos personajes de no ficción, al final de nuestros días muchos sólo verán las lágrimas que por fuera irán obnubilando el gozo de haber tenido una memoria propia.
For Michael ("...that the powerful play goes on, and you may contribute another verse.")
Sam the Ham
1 Comments:
Interesantísimo comentario literario, Sammy. La novela de Mike nos obliga a la memorabilia. Esa que creíamos olvidada, pero que subyace en algún vericueto de nuestra mente binaria de no sé cuántos guigas y permanentemente conectada con el gran hermano -ordenador, a través del cable o de internet.
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